Recuerdo cuando era un niño, siempre decía que quería ser grande, para ir donde quisiera, hacer cosas que no podía hacer cuando era niño, o ver algún programa que fuera para mayores de 14 años, todos llegamos a pensar de la misma manera, pero nos dimos cuenta que no todo era tan fácil como lo imaginábamos. No sabia que tendría responsabilidades las cuales me impedirían en algún momento hasta disfrutar de quizás algún paseo con amigos.
En la vida cristiana, hablando en sentido espiritual es de igual manera, en principios somos como niños que disfrutamos de todas las facilidades que nos pueden ofrecer, mientras no tengamos algún tipo de responsabilidad. Es como si fuéramos ya adultos, tienes un llamado al cual obedecer, y un ministerio el cual atender, pero que no te imaginas que en algún momento afectara alguna parte de tu vida, que tendrás que sacrificar por un momento hasta tu propia familia, quizás. Sucederá aunque no lo quieras, de manera intencional, es posible que esto te cause algún conflicto, pero es algo con lo que tendrás que vivir.